La cría de pollos para “carne”
En la naturaleza existen varias especies de aves estrechamente relacionadas con los pollos, como son los pavos, las perdices, las codornices, los pavos reales y los faisanes. Todas ellas pertenecen a un orden muy antiguo de aves que se conoce como Galiformes. Los machos (gallos) por lo general presentan plumajes brillantes y coloridos, lo cual es un factor muy importante para atraer a las hembras. Debido a que los pollos anidan en el suelo, para las hembras (gallinas) es una ventaja que su plumaje sea de colores neutros pues eso les permite confundirse con la vegetación circundante.
Aunque el tamaño de sus alas les impide volar largas distancias, los pollos pueden volar a mucha velocidad por trechos muy cortos. Esto les permite escapar de los predadores en el suelo y buscar refugio en las alturas de los árboles para pasar la noche. Sus patas son extraordinariamente fuertes y les permiten escarbar en los suelos en busca de los insectos que constituyen un parte integral de su dieta natural.
Hay pocas actividades que sean más importantes para la salud de los pollos que los baños de polvo. Los baños de polvo son, de hecho y con mucha frecuencia, un evento muy social. Cuando encuentran un área idónea para ello, los pollos escarban y se revuelcan en el suelo. El fino recubrimiento de polvo sofoca a parásitos tales como los ácaros, que se albergan en lo más profundo de su plumaje.
Aparte de buscar alimentos y bañarse en el polvo, la mayor prioridad de una madre es construir y proteger su nido. Después de haber puesto gran diligencia en construir su nido y de haber incubado cuidadosamente sus huevos, la gallina mira a sus polluelos salir del cascarón. Durante el transcurso de varias semanas, la madre enseña a los polluelos a buscar alimentos y a evitar el peligro. Durante ese tiempo, la gallina es sumamente protectora de los polluelos y mantiene una estrecha comunicación con ellos y los llama a través de una multitud de sonidos. Los polluelos pían lo más vigorosamente que pueden para responderle.
Los pollos tienen una vida media de entre siete y 10 años, sin embargo, pueden llegar a vivir hasta los 15 en condiciones óptimas. Los pollos necesitan muy poco para vivir: un lugar seguro donde construir su nido y pasar la noche, un poco de hierba y suelo donde buscar alimentos, mucho sol y una jerarquía social bien establecida.
En las granjas avícolas industriales a los pollos se los trata como simples mercancías que convierten una inversión mínima en carne barata. Los pollos representan el 90% de los casi 10 mil millones de animales terrestres que se matan todos los años en los Estados Unidos para consumo humano.[1] Es difícil comprender la magnitud de semejante número. Visto en más detalle, ese número significa que todos los días se da muerte a 24 millones de pollos o 17,000 cada minuto o 285 cada segundo. Todas y cada una de estas aves son seres gentiles, individuos con un fuerte instinto y deseo de vivir tal como los creó la naturaleza.
Los pollos, que se conocen en la industria avícola como “broilers” o “pollos de engorde”, se crían en cobertizos gigantescos bajo condiciones de confinamiento extremo. De hecho, cerca del 97% de las aves que se crían en granjas industriales se albergan en instalaciones que amontonan a más de 100,000 individuos.[2] Estas aves están tan hacinadas que deben hacer un gran esfuerzo para desplazarse de un lugar a otro. El piso de concreto se recubre con una delgada capa de material absorbente, como virutas de madera, paja picada o aserrín. Los pollos están parados o caminan constantemente sobre una capa creciente de excremento. El ácido úrico presente en los excrementos les causa quemaduras y ulceraciones en las patas y la pechuga.
El objetivo de la producción animal industrializada es manipular la naturaleza del animal para que este crezca lo más rápido posible al menor costo. Además del hacinamiento extremo, muchos de los cobertizos permanecen iluminados las 24 horas del día para que los pollos no duerman. Entre menos duerman, más tiempo pasan comiendo. La agresión aumenta entre las aves debido a que les es imposible establecer una jerarquía; un aspecto fundamental de su estructura social. La tensión que genera esta actividad constante debilita a las aves física y mentalmente.
En las últimas décadas se han seleccionado nuevos tipos de pollos a través de la selección genética, los cuales crecen a un ritmo tres veces más rápido que su ritmo natural. Estos pollos tienen una masa muscular mayor de la que sus cuerpos pueden sostener. Una consecuencia común de lo anterior es que estos pollos sufren quebraduras de huesos, fallo cardiaco y trastornos respiratorios.
En los Estados Unidos se añaden rutinariamente antibióticos directamente al alimento de los pollos. La gran mayoría de estos antibióticos no tiene una función terapéutica sino que se usan para promover el crecimiento.[3] Además de los antibióticos, también se añade Roxarsona al alimento de cerca del 77% de los pollos producidos en los Estados Unidos. Este compuesto es un derivado del arsénico y se usa para promover el crecimiento.[4] La Agencia para la Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) ha documentado que la exposición prolongada al arsénico inorgánico puede causar varios tipos de cáncer así como trastornos inmunológicos, neurológicos y endocrinos.[4] A pesar de lo anterior, ni la FDA ni el USDA realizan en la actualidad pruebas para monitorear las concentraciones de arsénico en la carne de pollo.[4]
El transporte de los pollos hacia los mataderos es un evento sumamente traumático. Antes de subirlos a los camiones deben atraparlos físicamente. Los obreros se distribuyen por todo el cobertizo, agarran a los pollos y los meten por la fuerza en las carretas de transporte a la mayor velocidad posible. Durante este proceso, muchos de los pollos sufren fracturas en las alas y las patas. Las jaulas se cargan luego en las plataformas de grandes camiones de transporte. El ambiente, los olores y los sonidos desconocidos para las aves, sumados al movimiento, les causan gran estrés durante su transporte.
La legislación vigente permite a los transportistas viajar hasta 28 horas seguidas sin descansos. Estas 28 horas pueden extenderse a 36 con tan solo presentar una solicitud por escrito. [5]Durante todo ese tiempo los pollos están privados de agua y alimentos. Muchos de ellos no sobreviven al viaje.
Cuando los pollos llegan a los mataderos, las jaulas se descargan y se colocan sobre bandas transportadoras. Los pollos se sacan de las jaulas de uno en uno y se los cuelga de las patas en los ganchos de un riel transportador. Conforme avanzan hacia un baño de agua electrificado diseñado para aturdirlos antes de matarlos, los pollos, colgados de cabeza, luchan por liberarse. En muchos de estos mataderos industrializados, el procesamiento se hace tan rápido que muchos de los pollos no quedan lo suficientemente aturdidos al pasar por el baño electrificado. En la siguiente estación, unas cuchillas automatizadas les cortan el cuello conforme pasan para que se desangren lentamente hasta morir.
De nuevo, debido a lo rápido del proceso, muchos de los pollos no mueren por desangrado antes de llegar a la próxima estación. El destino de esos pollos es el peor de todos ya que en esa estación se los escalda en agua hirviente para remover las plumas. Los científicos que estudian a las aves de corral confirman que cuando los pollos no se desangran hasta morir, pueden recobrar la conciencia antes de ser sumergidos en el tanque de escaldado. En estos casos, los pollos son hervidos en vida.[6] Una vez sin plumas, una serie de máquinas evisceradoras remueve la cabeza, las patas y los órganos internos.
Los pollos, al igual que las demás aves, no están protegidos por la Ley de Bienestar Animal o la Ley Federal del Sacrificio Humanitario de Animales. Los pollos se envían al matadero cuando alcanzan las seis semanas de vida y pesan cerca de 4 libras (1.8 kg). A esa edad, estas aves son aun polluelos. Durante su breve existencia, estos pollos nunca tienen la oportunidad de buscar sus propios alimentos, darse baños de polvo o tan siquiera sentir la tierra bajo sus patas. Nunca llegan a disfrutar los placeres de aparearse, construir un nido o criar a sus polluelos. Nunca llegan a sentir la lluvia o el calor del sol. A estas aves, y a millones de otros animales, se les niegan los aspectos más fundamentales de la existencia que nosotros disfrutamos a diario sin tan siquiera pensarlo. Convertirse en vegano es una de las formas más sencillas de poner fin a dichas prácticas crueles y al sufrimiento de los pollos y otros animales.
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